“El grupo es el entorno natural del niño”, eso es lo que dice la psicóloga Judith Rich Harris en su libro El mito de la educación, un verdadero manual para que los padres se quiten el complejo de culpa por la educación de sus hijos. Según ella, el niño no se identifica con sus padres: unos señores mayores que le prohíben hacer cosas divertidas que manchan la ropa, lo encierran en un colegio y lo obligan a comer sopa y verduras. El niño se identifica con sus iguales, en grupos de su misma edad y de su mismo sexo, siempre que haya niños bastantes, claro.
En Armunia, antes de internet, y cuando solo había una par de cadenas de televisión, o sea, hace apenas 40 años, siempre hubo niños y niñas de sobra para hacer pandillas. Y el sitio de reunión era la calle, ¡y el de juegos!
Simplemente, se salía de casa, y se iba a la era, a la plaza o al caño, los puntos de reunión, y se esperaba…Cuando se alcanzaba un número suficiente, empezaba el partido de fútbol, si había balón; los juegos de la comba o la semana, las chicas; o los del taco, el trompo o pescar y librar, los chicos. Y así, hasta que las madres empezaban a llamar a los participantes: ¡Adolfíiin, a cenar, que ya está tu padre esperando por ti!
En pandilla se iba al cine, a las salas de juegos de León, o a tirarse piedras con los de Oteruelo, aunque a esto se apuntaba todo el que pasaba por allí. Había tanta rapacería que las pandillas se formaban por barrios dentro del mismo pueblo, y ent5re ellas existía cierta rivalidad: la mayor de todas, hacer una gran hoguera de San Juan.
Hoy en día, a pesar de los juegos por internet, que consumen el tiempo de los adolescentes y la paciencia de los padres, la pandilla es donde los niños y jóvenes aprenden la resistencia que ofrecen las personas y las cosas frente a nuestros deseos. Lo que nos hace adultos. Los padres, mientras tanto, que se limiten a darles cariño, cobijo, comida y buenos colegios.
¡Y que la suerte los libre de las malas compañías!
UPyD en la Junta Vecinal de Armunia (León) 